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-Dame ese paquete y no intentes nada, que llevo una fuscax -había dicho Daniel. El taxista dudó, y en ese instante de duda se jugó la vida, pero por fin prevaleció el buen sentido, tal como había previsto el Indio. Por un segundo, debió de preguntarse si aquel tipo era un estupa. Evidente que no. Eso quería decir que era un mangui. ¿Un mangui robándole a Garrido? La puta de oros, un mangui capaz de robar caballo a Garrido es capaz de cualquier cosa, incluso de organizar un tiroteo en medio del aeropuerto. ¿Qué más podía hacer? ¿Llamar a la policía, llevando lo que llevaba en las manos?
No ocurre todos los días que un delincuente de tres al cuarto se atreva a desafiar a la gran mafia del narcotráfico internacional. Ni es habitual que un joven de la alta sociedad se involucre en el espeluznante mundillo del hampa. Y tampoco es frecuente que en un solo día se disparen tantas armas de fuego y todas den en el blanco, produciendo un estremecedor balance de sangre y muerte. Nada de eso ocurre normalmente... hasta que una mañana cualquiera comprobamos que "el día menos pensado" es hoy.