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Diez años después de la trágica muerte de su marido, Dolores Ayala, propietaria de un viejo estudio fotográfico que se ha quedado sin clientes, recibe el encargo más insólito de toda su carrera: retratar a un difunto el día de su entierro. Aceptarlo la llevará a conocer a Clemente Artés, un excéntrico anciano obsesionado con recuperar por todos los medios la antigua tradición de fotografiar a los muertos. De su mano, Dolores se adentrará en esa práctica olvidada, experimentará el tiempo lento del daguerrotipo y aprenderá que las imágenes son necesarias para recordar a quienes ya no están, pero también descubrirá que algunas de ellas guardan secretos oscuros que jamás deberían ser revelados y, sobre todo, que hay muertos inquietos que no cesan de moverse y a veces se abalanzan sobre la memoria de los vivos.De fondo, el mundo se desmorona. Unas inundaciones sorprenden al pequeño pueblo costero de Dolores y, poco después, miles de peces aparecen muertos en la orilla de la playa. El temor ante un futuro incierto se instala en el ambiente y, mientras todo se desploma a su alrededor, Dolores, atravesada por el duelo, trata de encontrar en la fotografía el modo de levantarse y recuperar el aliento. Después de la aplaudida El dolor de los demás, Miguel Ángel Hernández regresa a la ficción con una novela sutil y deslumbrante sobre las fronteras entre la vida y la muerte, sobre la memoria y la culpa, sobre el pasado que nos acompaña y la búsqueda constante del aire que nos falta para respirar.